¿Filósofo?

De algo se está seguro, el filósofo es "diferente", pertemnece a un extraño linaje de "sensibilidades que se mantienen a distancia prudente de lo trillado", es capaz de reflexionar con alguna frase brillante qiue, eventualmente, pasará a la posteridad, de los mismo sobre la muerte de una hormiga que es aplastada al intentar cruzar el circuito interior a las 8:00 pm., que sobre la madre que recibió de su desnaturalizado hijo 23 puñaladas en los ojos y se teme que pierda la vista.
Sospechoso de homosexualidad o, en el mejor de los casos, asexual como los ángeles, el filósofo es también un estereotipo en su vestir, en su aspecto personal: cabellos despeinados y barba desordenada, la mirada en continuo éxtasis, como en orgasmo que no se ha alcanzado, el cigarro y el café son ya parte de su persona, sonidos guturales que pretenden ser palabras a cual más de desconcertante y obscura, pantalón de mezclilla gastado por la luna, camisa de manta y guaraches [sic].
Con amplio conocimiento de todos los temas, el filósofo lo mismo opina sobre la baja tendencial de la ganancia que sobre el fracaso de la selección nacional de futbol en Argentina; los mismo de la "travoltización" del ser que de la enajenación de "Lorenzo y Pepita"; lo mismo del amor, invariablemente platónico, que sobre la trascendencia de un atardecer o, para utilizar las palabras maternas, "sobre la inmortalidad del cangrejo".
El quehacer filosófico se niega a sí mismo como práctica, es especulación pura, especulación de la especulación. La filosofía surge en los momentos anímicos, lo mismo eufóricos que angustiosos (¡Se siente, se siente, Heidegger está presente !).
La filosofía está ´resente en las refleziones del Chapulín Colorado y en las canciones de la OTI ("Hombre si te dices hombre, no interrumpas tu perorata, has de esta vida un rolla, y del rollo una ganancia...").
El filósofo es aquel que todo lo sabe porque sólo sabe que no sabe nada (si esto no es dialéctica no sé qué lo sea).

"El que esté libre de culpa que dispare el primer gansito marinela..."

El está sentado ahora en la posición "flor de loto", la playa está desierta y el sol ha empezado a salir y a teñir de rojo el horizonte. No, no se trata de Kung-Fu, ni de Sideharta, mucho menos de algún borracho al que se le cruzó el alcohol con la marihuana, tampoco se trata de algún cangrejo con aspiraciones trascendentales, es, aunque ni usted ni yo lo creamos, un FILÓSOFO. En efecto, en el Código Básico de la cultura de la formación social mexicana funciona un estereotipo del filósofo perfectamente definido y definible.
El filósofo es, pues, un extraño ser de vida nocturna que habita en algún recondito paraje, (una cueva o algo por el estilo); inicia sus correrías a eso de las 7 u 8 de la noche; se le puede encontrar en los cafés, en los parques, en los lugares más solitarios. Con las poses más extrañas puede estar en las islas de Ciudad Universitaria abstrayendo los murales de la biblioteca Central, o atravezando [sic] el periférico con la mirada atenta a todo menos a los carros que pasan velozmente.
Lugar predominante de evidencias, el código básico de la cultura de la formación social mexicana nos presenta al filósofo como alguien que no se preocupa de los bienes materiales y sí, en cambio, de los bienes del espíritu, (Quién no se ha sentido desconcertado, halagado y reconocido cuando familiares, amigos o alguna persona se enteran de que se va a estudiar filosofía, o que ya se está estudiando, y con una profunda angustia en la mirada preguntan: "Bueno, pero ¿y de qué bas a vivir?).

Aquí, el discurso filosófico es inversamente proporcional a su comprensión: A menor comprensión, mayor jerarquía filosófica; a mayor comprensión, menor jerarquía filosófica.

Rafael Sebastían Guillén Vicente

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